Los acuerdos que Argentina necesita: un enfoque sectorial

Pedro Reyna, vicepresidente de CAFYDMA, realizó la siguiente columna de opinión en Cronista.com

Esta semana la Unión Industrial Argentina presenta su agenda productiva 2020-23, un documento base que ha sido compartido con candidatos presidenciales y sus equipos técnicos para transmitir la visión de agregado de valor e incremento de exportaciones del sector manufacturero. Su espíritu no se limita a plantear puntos cerrados, sino estimular su discusión intersectorial, destacando los importantes roles que no solo los empresarios, sino también el Estado y los trabajadores, tienen en la construcción de una salida a la crisis basada en lo productivo.


No es noticia a esta altura decir que la industria está en crisis y que en sectores sensibles y eminentemente Pymes como la industria maderera esta crisis viene siendo más aguda y sostenida. El bloque de madera y muebles muestra un nivel de producción casi un 15% inferior a 2015. En los primeros 8 meses del año, la industria del mueble particularmente ha mostrado un retroceso de 18%, un nivel de contracción solo comparable a la crisis de 2002. Mientras que la producción de madera y productos de madera (tablas, tableros, manufacturas, simples, materiales para la construcción y decoración) cayó 3,8%.


Dado que la crisis es una realidad para toda la industria, pero sus incidencias, magnitudes y conflictos muestran heterogeneidades y particularidades, es importante pensar en acuerdos con una mirada sectorial. Considerando la dinámica reciente de los sectores y sus características singulares.


Y esta vocación de diálogo debe ser sincera y estructural. No es cuestión de limitarse a lo estrictamente vinculado a precios y salarios, sino en pensar cómo queremos salir de la crisis; con qué mejoras de productividad, sobre qué objetivos de mediano y largo plazo. Para que los incentivos estén alineados, debemos atender lo urgente, sin lugar a dudas, pero no postergar avances sobre lo que supera a la coyuntura. No solo debemos salir, sino que tenemos que preocuparnos por no volver a caer.


Esta necesidad cobra mayor dimensión cuando se observa que el mundo que enfrentará el próximo gobierno será más desafiante. No solo por las restricciones externas que Argentina muestra en materia de crédito y perfil de riesgo; sino porque la economía mundial se desacelera, los conflictos comerciales entre potencias presionan a las monedas de países emergentes y el comercio mundial acumula ya dos años de desaceleración. Si en este marco los agentes políticos y civiles de nuestra sociedad no trazamos consensos básicos, será más difícil atravesar años que asoman complejos.


La productividad y la competitividad deben estar en el eje de estas discusiones. Estos dos pilares son los que hacen dialogar al corto con el mediano plazo. Necesitamos empresarios y obreros mejor capacitados, con mayor entendimiento del mundo en el que les toca trabajar, con acceso a la tecnología para no profundizar las brechas que nos condicionan. Mientras la macro gane estabilidad, serán fundamentales los estímulos que se inyecten vía líneas de crédito diferenciales a una cadena de pagos que presiona sobre el pago de salarios y el vinculo entre empresas y proveedores; de la misma forma, recuperar poder adquisitivo del salario para que empiece a girar la rueda virtuosa del consumo, que deriva en la inversión. Sobre todo tomando en cuenta que el verdadero problema de las PyMEs está en esa macro; son la tasa de interés y una estructura impositiva compleja y regresiva las que implican hoy un costo extra que limita competitividad, no el salario.


En la discusión de aspectos laborales, será también importante llevar adelante una estrategia sectorial, en orden de que eventuales reformas sean efectivamente en función de lo que empresarios, trabajadores y Estado (tanto Ejecutivo como Legislativo) calibren como prioritario y eficiente a través del diálogo. Aquí será necesario un paraguas legal que contemple estas estrategias para que no entren en contradicción con la ley laboral vigente. Y para todo esto, mantener la lógica de mesas sectoriales, que en el caso foresto-industrial han arrojado interesantes avances micro, es un elemento a considerar con especial atención.


Por eso, para abordar los tiempos y señales de este proceso, los acuerdos y la vocación de diálogo son fundamentales. En este sentido, los pronunciamientos conjuntos de la UIA y la CGT sobre temas de alta sensibilidad son la base para los acuerdos que Argentina necesita. Lo propio debe ocurrir en cada cámara con su contraparte, para dotar de solidez a estos avances y entre todos sacar adelante a la Argentina productiva de la actual crisis.

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